En la parte alta del pueblo se sitúa la Iglesia de Santa María de La Asunción, un edificio de origen medieval románico que fue ampliado en la segunda mitad del siglo XVI hasta alcanzar su actual configuración.
La iglesia cuenta con las pinturas murales románicas conservadas en su lugar original más antiguas que se conocen en Navarra, una joya descubierta casi por casualidad que ya se ha convertido en una parte clave del patrimonio navarro recuperado. Puedes leer más sobre ello aquí.
El templo cuenta con una planta de nave única rectangular de dos tramos cuadrangulares y cabecera recta, ampliada a ambos lados por capillas a modo de crucero. Los muros se encuentran enlucidos simulando sillares. Ambos tramos de la nave están cubiertos por bóvedas de crucería simple; la cabecera lo hace con bóveda de terceletes; y las capillas se cubren por cañones semicirculares. La iglesia cuenta también con un coro alto de madera a los pies de la nave, al que se accede por una empinada escalera; un campanario; y una sacristía situada tras la cabecera que está cubierta por dos tramos de bóveda barroca de lunetos con su correspondiente fajón. Junto a la sacristía se sitúa también el ábside semicircular románico.
La iglesia contaba con un retablo renacentista de la segunda mitad del siglo XVI, de concepción plateresca aunque ya utilizaba algunos motivos decorativos de estirpe manierista, que hoy se encuentra desaparecido. En su lugar hay actualmente un retablo mayor neogótico moderno. En el lado del Evangelio se encuentra otro retablo neogótico dedicado a la Virgen, en el que se alberga una talla romanista de Santa Águeda, de hacia 1600, restaurada en la década de los 90; y en el lado de la Epístola, un retablo manierista dedicado a San Francisco Javier realizado en 1593.
El exterior está constituido por muros de sillarejo. La única puerta de acceso a la iglesia es un arco de medio punto con cuatro arquivoltas sobre pequeñas columnas con capiteles lisos y luce un guardalluvias a modo de arco conopial sobre mensulillas.
En la sacristía se conservan algunas piezas de orfebrería: un cáliz bajo-renacentista de plata, de la segunda mitad del siglo XVI; un cáliz barroco de plata de la segunda mitad del siglo XVIII; otro cáliz del siglo XIX; un copón barroco de plata de la segunda mitad del siglo XVIII; crismeras barrocas de plata, también de la segunda mitad del siglo XVIII; una cruz parroquial neoclásica de plata, fechada en 1816; un ostensorio barroco de plata de la primera mitad del siglo XVIII; y un relicario barroco de San Francisco, de plata, del siglo XVIII.
En los últimos años ha sido objeto de varias obras importantes. Primero se cambió el viejo suelo por uno nuevo, momento en el que se descubrió la presencia de antiguas fosas funerarias bajo los suelos de la iglesia. Posteriormente se pintó el interior y se instaló un nuevo sistema de megafonía y calefacción por aire. En 2011 se restauraron las cuatro campanas: se limpiaron, conservando las inscripciones de sus benefactores, se cambiaron las sujeciones de madera y se instaló un sistema eléctrico. El viejo tañido sigue escuchándose como antaño pero el sistema se ha modernizado.